Los Cubanos Varados en La Frontera De MéXico Y Estados Unidos Esperan La CompasióN De Trump

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NUEVO LAREDO, México — Ella pasó semanas caminando por la Amazonia y cruzó un río lleno de cocodrilos, luego escaló muros fronterizos, escapó del centro de detención de inmigrantes en Panamá y durmió en una iglesia. Hambrienta y agotada, encontró refugio con los indígenas de la selva que la alimentaron durante una semana.

Finalmente, seis meses después de huir de Cuba para emprender su tortuoso viaje a Estados Unidos, Marleni Barbier, una asistente dental de La Habana, llegó a la frontera con Texas. Pero llegó doce horas tarde.

Más de mil inmigrantes cubanos que soportaron meses de viaje por más de diez países para llegar a Estados Unidos están varados en México, detenidos por la reciente decisión del gobierno de Barack Obama de poner fin a los privilegios especiales de inmigración para los cubanos que llegaban a la frontera.

Ahora, los que están varados en México —y otros miles que emprendieron el sendero migratorio a través del continente americano— tienen la esperanza de que Donald Trump, quien fue elegido, entre otras propuestas, por su promesa de construir un muro a lo largo de la frontera mexicana, les permita ingresar a Estados Unidos.

“Tengo fe, creo que Trump cambiará eso”, dijo Barbier, de 44 años, quien llegó a la frontera de Texas justo después de que Obama anunciara el fin de los derechos especiales para los cubanos. “Quitar una ley como esa en el último minuto es muy injusto”.

Algunos de los cubanos atrapados en el limbo de la frontera mexicana con Texas llegaron el 12 de enero, el día en que el gobierno de Obama eliminó la política “pies secos, pies mojados”. Esa medida, que empezó a funcionar en 1995, le permitía a los cubanos que llegaban a Estados Unidos entrar legalmente al país.

Cerca de 150 cubanos están apostados a solo 50 pasos del puente peatonal que conecta la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, con Laredo, Texas. Desconcertados y desanimados, los cubanos están siendo alimentados por los mexicanos mientras encuentran consuelo en la oración.

En el centro: Yamila González Cabeza ayuda a repartir ropa para sus compatriotas cubanos varados en la frontera.
“Todo el mundo estaba corriendo para llegar aquí antes de la inauguración del 20”, dijo la maestra cubana Yamila González Cabeza, de 44 años, quien asegura que muchos inmigrantes pensaban que el gobierno de Trump cerraría la frontera. “No esperábamos esta sorpresa del día 12”.

Durante mucho tiempo el gobierno cubano se ha opuesto a los privilegios especiales de inmigración con el argumento que esa política fomenta la salida de sus ciudadanos y atrae a oleadas de migrantes a peligrosas travesías por mar y tierra.

Al revocar la política, Obama dijo que fue “diseñada para una era distinta”, durante un periodo de hostilidades antes de que Estados Unidos restaurara las relaciones diplomáticas con el gobierno cubano. Obama dijo que, al retirarle los privilegios, Estados Unidos trataría a los inmigrantes cubanos “de la misma forma en que tratamos a los inmigrantes de otros países”.

Esa decisión podría poner a Trump en una posición incómoda porque durante su campaña hizo profundas críticas a las políticas migratorias y prometió no permitir que los migrantes pasaran por las fronteras de Estados Unidos. Pero también ha amenazado con revocar las órdenes ejecutivas de Obama y endurecer la posición de su gobierno con Cuba.

Trump ha dicho que la política de “pies secos, pies mojados” que deportaba a los cubanos capturados en el mar, pero permitía el ingreso de los que llegaran por tierra, era injusta. Sin embargo, los cubanos de Nuevo Laredo esperan que muestre compasión por quienes emprendieron arduos viajes para escapar del comunismo y la pobreza extrema.

Barbier dijo que ella había gastado los 8000 dólares que recibió por la venta de su casa en Cuba. “Ese dinero se ha ido ido ido”, dijo.

El año pasado unos 41.000 cubanos hicieron viajes similares a través de diversos países del continente. Pero ahora Barbier y otros cubanos podrían ser deportados, a menos que puedan demostrar que fueron víctimas de persecución política, no solo por soportar la pobreza o la falta de oportunidades de la isla.

“Siento simpatía por ellos pero la política cambió y desde ese momento los privilegios fueron eliminados”, dijo el representante Henry Cuellar, un demócrata que fue electo en Laredo.

Las mexicanas Cecilia Zamudio, de 42 años, y su hija, Maeli Román, le sirven sopa a los cubanos que esperan en las calles.
En los acuerdos migratorios de 1995, el gobierno cubano prometió no tomar represalias contra los cubanos que fuesen deportados, dijo Holly Ackerman, una experta de la Universidad de Duke que estudia la migración cubana. Ahora para poder residir en Estados Unidos, los cubanos tendrán que demostrar que fueron perseguidos en su país natal.

“Ser limitado y controlado por el gobierno cubano ya no es suficiente para las autoridades estadounidenses”, dijo. “Los cubanos que quieran salir sufrirán un profundo replanteamiento de su identidad por estos cambios”.

Silvia Pedraza, profesora de Sociología de la Universidad de Michigan, sostiene que si bien la política anterior había sido defectuosa, era ingenuo tratar a los cubanos como inmigrantes económicos.

“Hay que distinguir a las personas que abandonan los países totalitarios”, dijo. “Ciertamente, el peso de las circunstancias económicas es muy fuerte en sus vidas porque la vida cotidiana es tan difícil que es algo de lo que los cubanos siempre hablan. Pero no me parece correcto que no se reconozca la naturaleza política de esa medida”.

José Martín Carmona Flores, quien dirige una agencia estatal en México que le ofrece ayuda humanitaria a los migrantes, dijo que cerca de 200 cubanos estaban en Nuevo Laredo y otros 1100 esperaban en otras ciudades mientras decidían qué hacer.

Según la Organización Internacional para las Migraciones, cerca de 250 cubanos estaban siendo procesados ​​en la frontera sur de México cuando se hizo el anuncio. Las personas que llegaron desde ese momento están siendo deportadas a Cuba.

Más de 11.000 cubanos llegaron a México en los últimos tres meses de 2016, lo que significa que miles más podrían entrar al país en las próximas semanas. El viernes por la mañana, el gobierno mexicano deportó a 91 cubanos que habían entrado por la frontera sur.

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